viernes, 19 de febrero de 2010

NUNCA ESTAMOS SOLOS

Al principio eran sólo sonidos, rasguños en la almohada, a la que se mantenía abrazada mientras trataba de descansar después de tantas horas de trabajo. Se sintió asustada, cierto; sin embargo, mantuvo la calma y creyó que era sus propio agotamiento el que la hacía tener alucinaciones auditivas. A veces nos hallamos con visitantes que quieren comunicarse con nosotros, y necesitan decirnos que no estamos solos.

La joven vivió con esa extraña experiencia durante unos días y terminó por acostumbrarse. Pero una noche ocurrió algo terrible. Estaba tumbada en la cama, descansando, y su marido estaba afeitándose en el cuarto de baño, y de pronto, unas lucecitas más grandes que las canicas surgían de debajo de la cama.

Muy despacio fueron elevándose hasta colocarse por encima de ella y brillaron. La muchacha las observó, tragó saliva y respiró profundamente. Musitó un “qué es esto y de dónde sale”.

Y entonces las luces brillaron más, con movimientos bruscos y una poderosa fuerza. La chica la notó en puñetazos y patadas invisibles que la golpeaban bruscamente contra las paredes… Gritó… lo que produjo que su marido se cortara con la cuchilla.

Cuando él fue a salir del baño, la puerta se le cerró de golpe, mientras su esposa sufría una brutal paliza que nunca podría denunciar, ya que… ¿quién iba a creer esa historia de fuerzas invisibles en el cuartel?



ALEXIS PASTOR PASCUAL
1º ESO-C

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