viernes, 19 de febrero de 2010

LA TRAMPILLA

Era una noche oscura y llovía a cántaros. Luis era un chico de quince años que había ido a pasar un fin de semana tranquilo con sus abuelos, un día él estaba caminando por la segunda planta y se paró delante de una puerta. En ese momento subió por la escalera su abuela y le dijo que no se acercara a esa puerta. Luis preguntó por qué, pero su abuelo le dijo que no necesitaba saber más. Esa noche Luis se moría de curiosidad por saber que había en esa habitación, de modo que sin hacer ruido se dirigió hacia la puerta y descubrió para su sorpresa que estaba abierta, dentro de la habitación no había más que muebles antiguos y una trampilla. Luis decidió volver a su habitación después de ver que no había nada, pero cuando se disponía a irse oyó un extraño ruido que venía del altillo, así que Luis decidido a averiguar que le estaban ocultando sus abuelos, decidió abrir la trampilla. Antes de que pudiera subir una mano salió del altillo y le golpeó muy fuerte en la cabeza.

Cuando recobró la conciencia, recordó el golpe, pero no la figura del atacante. Cuando se recuperó del todo salió de la habitación y fue a hablar con sus abuelos, bajó las escaleras hasta su habitación, pero cuando se disponía a tocar la puerta para entrar vio que algo de color cubría el suelo a la entrada de la puerta, Luis se acercó un poco de aquel líquido a los labios y descubrió que era sangre. Luis decidió darle un golpe a la puerta para abrirla, y la consiguió, descubrió con horror los cuerpos de sus abuelos destrozados literalmente, mutilados y esparcidos por toda la habitación cubriéndolo todo de sangre, Luis se quedó petrificado al ver ese espectáculo, entonces detrás de la puerta, salió un hombre vestido con mono verde y una bolsa en la cabeza, Luis pudo apreciar que este hombre era tuerto, puesto que sólo tenía un agujero en la bolsa a la altura de los ojos.

Luis estaba tan asustado por la visión horrorosa de aquello, que decidió empezar a correr hasta la cocina, el hombre encapuchado le seguía por detrás a paso lento con un cuchillo en la mano, Luis no sabía que hacer, estaba tan asustado que por impulso, se metió en la despensa y cerró la puerta con llave, los segundos se le hicieron eternos, el hombre misterioso entró en la cocina con paso firme pero calmado, miraba a todos lados buscando a Luis, en dos ocasiones miró la puerta de la despensa, pero en las dos pasó de largo, hasta que al final el encapuchado abandonó la habitación.

Luis se tranquilizó un poco un poco y salió despacio de la despensa, sin hacer ruido, pero por desgracia para él, el encapuchado sabía que estaba en la despensa y se puso encima de una silla al lado de la puerta de la despensa, esperando a que saliera. Justo cuando tenía el cuchillo en alto dispuesto a matar a Luis la silla no podía soportar el peso del hombre, así que la silla cedió al peso y el encapuchado cayó al suelo golpeándose la cabeza con la punta de la mesa que tenía delante. Luis se acercó a él con cuidado para asegurarse de que estaba muerto, y vio que una línea de sangre empezaba a salir por el agujero de la bolsa. Luis un poco más calmado decidió salir de la casa y pedir ayudada, pero cuando ya llevaba una distancia de la casa se giró se giró y el alma se le cayó a los pies al ver que el encapuchado le seguía muy de cerca con la bolsa de la cabeza cubierta de sangre y un hacha en la mano izquierda. Luis empezó a correr tan deprisa como podía, pero el cansancio pudo con el justo cuando estaba cerca de un barranco.

Entonces, mientras el encapuchado se acercaba, a Luis se le ocurrió una idea. Si conseguía acercar a aquel hombre al precipicio podría hacer que cayera por el matándolo. Así que así lo hizo, Luis se puso medio metro del barranco, cosa que le dio un poco de vértigo y empezó a burlarse del encapuchado en la distancia, hasta que lo tuvo tan cerca que el encapuchado intentó matarlo otra vez intentando clavarle el hacha en la cabeza, pero ésta vez Luis se apartó a tiempo, se puso detrás de él y le dio tan empujón , que el hombre cayó rodando por el barranco, llevándose detrás de él una serie de rocas que acabaron sepultándolo.

Luis se sentía cansado, así que se sentó dando la espalda al barranco y empezó a pensar en sus pobres abuelos muertos, al rato Luis notaba que la luna no brillaba mucho a su lado y eso le extrañó, así que se dio la vuelta y para su horror detrás de él, estaba el encapuchado con la ropa medio ensangrentada y sin la capucha. Luis pudo ver que se trataba de un hombre con una serie de malformaciones en la cara, casi parecía un monstruo, entonces se tiró encima de Luis. Luis se despertó cuando ya empezaba a amanecer y al ver que seguía al lado del mismo barranco que la noche anterior, eso le hizo pensar que seguramente se quedó dormido después de la noche de terror que pasó.

Entonces se acercó al barranco a ver si el encapuchado seguía enterrado bajo las rocas, pero para su sorpresa, vio que las rocas ya no estaban amontonadas, y al lado de ellas, había una capucha manchada de sangre. Eso hizo que a Luis se le helara la sangre.



JOSÉ FRANCISCO SELLÉS PÉREZ
1º BACH-A

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