viernes, 19 de febrero de 2010

LA AMBICIÓN DE UN HOMBRE

En el año 1975 en una hacienda del sur de América, había un hacendado que tenía muchas tierras, muchas reses, muchos caballos y empleados. Algunos de éstos se encargaban de la ganadería y otros de la tierra. El amo era de apariencia muy grande y solía vestir con un sombrero de copa negro y, cómo no, montaba en uno de los mejores caballos que tenía.
Este hombre, aparte de tener a su mujer, también tenía amantes, con una de las cuales tenía dos hijos. Él aparentaba que los quería. Cuando uno de los hijos contaba veinte años perdió la razón y solía ver a su padre en algunos lugares. Decía en alta voz por las calles: “Mi padre es el hombre que me vendió”, y así constantemente.
Cada año moría uno de sus empleados, y el hijo pensaba que su muerte también estaba cercana. Después de la defunción del criado que fuese, el amo se hacía más y más rico, porque vendía sus almas al diablo.
Al cabo de cinco años, el hijo también murió, y tras su muerte, el padre solía ser visto en distintos lugares y a las mismas horas en sitios distantes a su hacienda.
Por las noches, solía ir a fiestas a bailar, y en una de ellas le descubrieron un rabo, unos cuernos y unos dientes de oro. Toda el personal se aterrorizó, y se quedaron mudos.
Al pasar los meses, nadie quería trabajar para él porque empleado que aceptaba, empleado que moría. Todo ello le llevó a una gran ruina, porque al no tener ningún alma para vender al diablo, éste le arrebató la suya.
Se cuenta que por las noches, en la gran hacienda se escuchan gritos de animales, aullidos y voces extrañas. Muchos aseguran haber visto a este mal amo también vagando por allí entre las reses. Nadie quiso comprar la hacienda.


Byron Mosquera y Yohana Marcos (2º ESO-E)

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