A uno de estos estudiantes, llamado Adrián Verdú, se le caía el pelo y tenía muchas entradas. Ello se convirtió en una obsesión, una extraña obsesión, la cual le llevó a la locura, pues sus compañeros también le iban diciendo que sí era verdad, que sí tenía entradas y que se quedaría calvo. Él no sabía si era cierto o no lo que le decían, lo que sí sabía era que le estaban fastidiando a diario con la palabra “calvito”.
Él no se lo tomaba a mal, pero un día se cansó, se le fue la cabeza y decidió tomar medidas al respecto. Así pues, meditándolo en su casa, y después de mucho cavilar, concluyó con hacer lo más fácil: matarles a todos y a todas, arrancarles la cabeza. Así pues, tenía que empezar la práctica, y al día siguiente, en clase, observó a Matt, que era el que más pelo tenía.
Quedó con él para decirle algo, y Matt, extrañado, dijo que vale. Por la tarde quedaron en su casa y Adrián le dijo que le iba a matar. Antes de que Matt pudiera decir algo, Adrián cogió la navaja, le degolló, se esperó a que se desangrase, le cortó la cabeza con la motosierra y le arrancó el pelo con las tijeras de podar. Más tarde se las injertó.
Pero Adrián tenía un problema: no sabía injertar bien, así que se pegó el pelo de Matt con pegamento extrafuerte. Al ver que en la ducha se le caía quedó con otro de la clase y le ocurrió lo mismo.
Creyó que era un rechazo hacia su persona, así que les mató a todos y todas, pero le siguió sucediendo lo mismo. Entonces se decidió a matar a gente fuera de la clase.
Tras acabar con el instituto y con el pueblo acudió a su mente una idea genial, una idea maravillosa, una idea prodigiosa, una idea digna de su maravilloso cerebro y que nadie hubiera podido adivinar. Esa idea, que hubiera podido evitar todas esas muertes, era la de comprarse una peluca.
Adrián vio a su alrededor, a unos cinco metros de donde él estaba, una tienda de pelucas. Pero como él no quería gastarse dinero ni menearse de su sitio, encendió el motosierra con el que había matado a su última víctima, lo dirigió a su cabeza y se mató.
ADRIÁN VERDÚ, RUBÉN PÉREZ y JESÚS ÁLVAREZ
1º BACH-C
1º BACH-C
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